Una y otra vez

Me acabas de despertar. Al contemplar que era tu número el que me llamaba he esbozado una sonrisa. Descuelgo y te doy los buenos días. "Qué raro que me llames tan pronto, te va a salir un ojo de la cara" aconsejo de forma ingenua. Al otro lado, una voz grave y seria me dice "tenemos que hablar". En ese momento, separo el auricular de mi oreja y cierro los ojos. Una lágrima brota sin posibilidad de contención alguna, como las verdaderas. Como el sentimiento de un suspiro. En ese momento mi vida funde a negro. Esta historia ya me es familiar. Todo se acaba. Llega una ruptura más que no es mutua. La sonrisa se pierde, la enemistad con Cupido es patente y todos los presentimientos negativos. Desesperadamente piso el freno a fondo para ver la señal que me he saltado. Ver en qué he fallado. Pero tu voz sólo me muestra ganas de romper con el pasado, aunque lo único que resquebraja es mi corazón.