lunes, 10 de abril de 2006

Quiero tener un personal trainer


Me encantaría tener un personal trainer. Alguien que se dedique a ti. A cultivarte físicamente, que trabaje solo para tu bienestar físico y esté constantemente pensando qué ejercicio o qué dieta es la adecuada para que estés perfecto. El personal trainer es como contratar un pequeño adulador que te persigue todo el día y te dice lo estupendo que estás. Aunque, y normalmente sucede así, no estés radiante.

Y, es que, a todos nos gusta sentirnos queridos. Sentirnos parte en la vida de alguien. Y ,con un personal trainer, alguien estaría dedicado a ti por entero. Pagando, claro. Pero sólo para ti, pensando en cómo tú estarás mejor. Esto no es una historia de amor, al estilo de la ex alcaldesa de Marbella (y corrupta número uno) con su guardaespaldas. Es un grito de afecto. Que nos mimen, nos hagan poner la cara de placer producida por unas caricias en el cuello es algo que está al alcance de todos. ¡Con qué poco se puede hacer feliz a alguien! Contratar a un personal trainer solo sería una forma de buscar consuelo. Un afecto necesitado y no poseído. Solo al alcance de algún personaje de Ángela Molina o de ella misma.

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