lunes, 10 de julio de 2006

Infiel


Un extraño dolor recorre mi cuerpo. Esta vez no es físico, sino psicológico. Como son, en origen, todos los dolores. Me ha abrumado la cantidad de recuerdos físicos que me rodean, los que he tardado casi tres años en apiñar y he de apilar en unas escasas horas. Quizá sólo es pereza o, tal vez, tristeza. La pena mi inunda como al día siguiente de la fiesta, en el que todos los que han venido de lejos se han ido. Buscar el sentido hacia el lugar al que voy es lo que también me aterra, y todo lo que aún dejo aquí a medio hacer, sin terminar. Sueños desdibujados que me recuerdan con maldad lo efímero de la sensación de bienestar. Confirman, una vez más, la necesidad de agarrarse con toda la fuerza del alma cuando la Felicidad pasa a tu lado. Intentar no soltarla en ningún momento. Aunque la señora que provoca la sonrisa es demasiado infiel, y no se queda con nadie para siempre.

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