lunes, 6 de febrero de 2006

Ajedrez

Se que está mal manipular a las personas y usarlas en beneficio propio... sé que no es moral... sé que no es limpio... se que algún día puedo ser yo el peón... ¿pero no es lícito jugar al ajedrez con personas que a fin de cuentas comparten tu misma causa, pero que no saben mover las piezas? ¿no es más limpio admitir que uno mueve los hilos en un sentido u otro según su propio beneficio, y admitirlo, que hacerlo igualmente pero negar la máxima?
En cierto modo, este mundo globalizado y competitivo nos aboca a eso, a manejar las situaciones y las personas situadas de una manera u otra, según nuestro interés general, puesto que a pesar de todas las modernidades, volvemos a los principios, volvemos a la ley del más fuerte, e incluso más atrás: volvemos a los primates, donde el ser humano sobrevivió hasta nuestros días, a pesar de ser el más debil, porque era el más inteligente de todos. Y solo los más inteligentes sobreviven; es duro y cruel, pero la naturaleza es selectiva.
Hay momentos en la partida en la que hay que sacrificar peones, e incluso sacrificarse uno mismo en aras de imponerse al enemigo, amparados en la jugada suicida, por un objetivo: "si he de caer, caeré de lo más alto, pero tú caerás un instante antes que yo para que pueda ver tu derrota".
Pero ya lo decía el refranero, "divide y vencerás". Es sucio, es nocturno, es alevoso, es premeditado, puede ser cualquier cosa, pero también es efectivo. Mientras yo conservo a la reina, las dos torres, un alfil y un peón, mi enemigo sólo tiene dos alfiles y dos peones, porque la reina acaba de caer. Y una vez que la reina blanca está ya fuera del tablero, y mi equipo dividido en dos bandos, el caldo ya esta caliente, y las lentejas casi listas. Yo, como cuchara, ya solo tengo que retirarme, y dejar que las fichas del ajedrez, convertidas en potaje de lentejas, se peguen entre ellas hasta que acaben pegadas a la olla.

[Die another day][Madonna][American life]

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