viernes, 27 de enero de 2006

El Alpha y la Omega, el principio y el final.


THE END. Comienzo por el final, porque el principio no tiene comienzos. Ni felices... ni raciones de perdices. El público empieza a abandonar la sala antes de que termine la película, es un final ya previsible y cotidiano, tan cotidiano es, que incluso resulta vulgar. De nuestros labios no sale un: "Siempre nos quedará París", o "fue bonito mientras duró”, más bien gritamos un "sálvese quien pueda". Abro los ojos a mitad de la película, y apareces pisoteando lo que te acabas de fumar, una buena secuencia de fotogramas para una película del Oeste, que pena que fuesen mis ilusiones las que encendiste para fumártelas. Una forma un tanto peculiar la tuya de darme "señales de humo", tan ansiadas por mi parte. Vuelvo a cerrar y a abrir los ojos, estoy al principio de la historia, todo son promesas, manos entrelazadas, caricias, besos y miradas cómplices. Se apagan las luces y se hace el silencio en la sala, comienza la película que nunca debí protagonizar.

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