jueves, 24 de noviembre de 2005

Con salsa agridulce


Ligar en internet es un chollazo. Eso de poder elegir a la persona que te gusta a través de fotos y un texto, que el canditato redacta, es muy cómodo. De una forma muy superficial, eso sí, vas seleccionando a la persona que te gustaría conocer. Aunque la mayoría de las veces provoca un fracaso estrepitoso. Esta forma de conocer gente está siendo un notable éxito en todo el mundo, a pesar de que se producen fraudes por partes de las empresas, como ha revelado un estudio de la revista alemana Test.
Uno de esos pretendientes que conocí a traves de una de estas páginas de flirteo me contó una historia tan romántica como triste. Él había decidido irse a estudiar a San Sebastián y se fue con su amigo de toda la vida, que también decidió continuar su formación. Vivieron juntos durante meses hasta que un día, el amigo de mi conocido le confesó su homosexualidad. Con mucha sorpresa y empatía él también le manifestó que era más de carne. Meses después empezaron una relación, en secreto y que nadie sospecharía. Para lo que la familia era un simple compañero de piso, se había convertido en la persona más importante de mi amigo online.
Uno de esos días en los que te vuelves muy valiente, decidieron decirlo en casa y contarlo. En sus casas no les creían, ambos siempre habían estado de broma con todo, pero este era un asunto muy serio. Me contaba que aún hoy muchos no se lo creían.
Siguieron en San Sebastián, juntos y felices. Un día, cuando ya llevaban más de 4 años compartiendo amor, la pareja de mi contactado sufrió un accidente y le dejó el corazón roto y solitario. En ese momento, a mí se me estremecía el cuerpo. Querer a alguien con tu vida y que de repente, se vaya. En una de mis preguntas acertadas (que a veces tengo) le dije que si le gustaba la estabilidad. Me dijo que él hubiera sido para toda la vida.
Aunque se haya ido, siempre quedará en su corazón, en su recuerdo. Una de las formas más bonitas de no morir.
Esta es una gran historia de amor. Siempre he pensado que las grandes historias de amor terminan de una forma trágica. No sólo se ve en las películas de Hollywood, también en la vida real. Un camino que es agridulce pero que merece la pena andar.

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