domingo, 12 de junio de 2005

Esas cosas tontas(a veces no tan tontas)

Aunque muchos no crean en el destino, pienso que todos en la vida tenemos, en cierto modo, nuestro camino marcado, para bien o para mal, por ese susodicho sujeto llamado destino; aunque no esté claramente dibujado como una raya en el suelo, si que creo que más o menos está esbozado, con unos márgenes de influencia a terceros. Ejemplo práctico: yo estaba predestinado a trabajar en el Vips, y pedí que me dieran plaza en el de Neptuno, pero por una intrusión del efecto mariposa, la casualidad quiso que mi encargada despidiera a una tal Ingrid y yo entrara a reemplazarla. Así, escapé del Vips de Neptuno, famoso en la empresa por las discusiones entre empleados jajajajaja!
Engullidos por ese destino, nuestra línea cae en un mapamundi. A veces esa línea es como la de Kant, que más que una línea es una coma, porque lo más lejos que recorrió en su trayectoria fue la distancia que hay entre su casa y la panadería. Otras son líneas rectas, como la de los pilotos de avión(qué vida más aburrida, sin poder decir eso de "nena agarrate que viene una curva cerrada). Otras son curvas, ya sean naturales o de silicona como las de muchas famosas(y algún que otro famoso), y otras directamente son un rally, con curvas, saltos, rectas, cruces, vueltas atrás, paradas en boxes, vueltas de campana, flequillos imposibles, de cero a cien en dos segundos... como la de Fernando Alonso.
Y la que nos toca es la que nos ha tocado, y no hay otra, ni pause, ni botón de rebovinar, ni para darle más o menos voz, o cambiar de canal durante la publicidad... ¡La vida no tiene mando a distancia!
En cualquier caso, nunca es una línea paralela. Estamos solos ante ella. Nos vamos cruzando, a lo largo de selvas, desiertos, lagos, mares y McDonalds con otras muchas líneas, algunas con las que compartimos gran parte del recorrido, otras con las que nos cruzamos una sola vez en la vida, otras con las que nos cruzamos pero que se pierden o se acaban por perder, otras que se alejan, se acercan, se vuelven a alejar... Pero sin duda, a lo largo del camino hay líneas que se cruzan en nuestra vida y nos dejan con el tiempo marcas que no podemos borrar de nuestra mente o de nuestra alma, igual que no podemos borrar las arrugas que el tiempo va dibujando en nuestro cuerpo en forma de arrugas(porque no nos engañemos, ¡Los liftings no quitan las arrugas! Vuelven a salir al cabo del tiempo, es una solución efímera. Además, ni la mente ni el alma necesitan liftings, total, no se ven, asi que da igual... es como un intestino, nadie se recorta los intestinos para quedarse más flaco, y eso que tenemos ocho metros; pues las arrugas de la mente del alma son iguales, a veces se intuyen por el brillo de los ojos, pero solo a veces, aunque no se ven nunca, nunca se sabe como está esa mente.
Igual que nunca nadie sabe como uno se siente, empezando porque muchas veces no lo sabemos ni nosotros mismos. Igual que nunca nadie sabe cuales son esas líneas que se cruzan en nuestra vida y nos la marcan definitivamente, ni saben como son ni como las recordamos, o hasta que punto nos marcan. Y nosotros quizás tampoco deberíamos saberlo ni recordarlo, porque a veces esas líneas pueden volver a cruzarse fugazmente con la nuestra, y herirnos más de lo que nos hirieron en su día. Los calendarios son muy traicioneros, y las calles también. Lo más aconsejable es comprarte un huso que traiga junto a la etiqueta del código de barras, otra etiqueta con la garantía de El Corte Inglés de que si al pincharse con el huso no se queda dormido durante años, El Corte Inglés de devuelve su dinero en cómodas mensualidades, sin intereses, y si algún mes no puede o no quiere que se lo devuelvan, pues lo puede aplazar un mes. Más facilidades imposible. Pues a mi me gustaría a veces, egoístamente, comprarme uno de esos husos, y hala, a dormir se ha dicho. Porque caminar hiere como hiere caminar descalzo por una carretera solitaria en pleno desierto Almeriense un día cualquiera de verano a las 4 de la tarde, cargado con una buena mochila(como Labordeta). O como hiere ver a Ana Botella haciéndole una mamada a Aznar(bueno no, eso más que herir da grima). Pero bueno, creo que ha quedado claro.
Y ese sol nos afecta a la cabeza como al Quijote le afectaba la ensalada de lechuga, y vemos sombras donde hay líneas blancas de carretera, y vemos fantasmas donde hay inocentes señales de tráfico. Todo esto para acabar sin saber qué era exactamente lo que querías poner el en post, y teniendo que pensar un final alternativo al que previamente habías previsto. Y es que es todo una sucesión de imprevistos, unos con otros, un imprevisto universal, que el PSOE conocía, con unos autores intelectuales que no están ni en desiertos muy lejanos ni en montañas muy remotas, y que los cuerpos de seguridad conocían previamente, los cuales permitieron conscientemente, con un único objetivo: evitar que el PP ganara las elecciones generales. Uy no. ¡ACEBES! ¿Este era el final del blog que tu habías ideado? Menudas ideas...
Pues como iba diciendo, a lo largo de ese camino, a veces claro y a veces desdibujazo por el azar, vamos caminando siguiendo la línea sin saber exáctamente que hay más allá de ese horizonte que vemos a lo lejos, pero que nunca alcanzamos ni alcanzaremos, y sin saber si algún imprevisto nos sorprenderá saliendo de debajo de alguna piedra. Pero el destino es caprichoso, y unas veces consciente y otras inconscientemente, o bien dejándose llevar por la mano del azar, nos hace seguir viendo horizonte, pero con un camino tan desdibujado que acaba por desaparecer del suelo y del mapa(caminante, no hay camino). Y es cuando uno se para y empieza a ver las líneas vecinas, las de otras personas, y se reafirma en pensar que la vida es muy injusta con algunas personas, para bien o para mal. Y a veces uno siente impotencia de no poder hacer nada y tener que dejar pasar las cosas sin poder tomar parte de ellas, como cuando te estás afeitando y de repente llama el cartero a la puerta, y no sabes si bajar con media cara con barba de 20 días y la otra media pelada y con algún corte, o como cuando ves desde la terraza de tu casa un billete de 500 € que un señor que viene a unos metros verá cuando se aproxime, y no sabes si tirarte de la terraza al suelo a por el billete, o bien dejar que ese hombre se levante 500 € por la cara.
Todo para llegar a la conclusión de que muchas veces no vale la pena planificar las cosas o sufrir por ellas, cuando todo es efímero y no puedes hacer nada por impedir ni su suceso, ni su sucesión, ni su desenlace final. Y cada uno tiene su sombra, llámese Paquico, Rafael, Lloret de Mar, Montpellier o tres ocho noventa y cinco. Pero da igual, porque a fin de cuenta el sufrimiento y las penas también son efímeros, como las ganas de mear. Y al final te das cuenta de que hagas lo que hagas estás perdiendo el tiempo, de que hagas lo que hagas son las ocho de la mañana, de que digas lo que digas tienes más hambre que vergüenza, que digas lo que digas tienes más sueño que un estudiante después del último exámen, y de que sea como fuere, no vas a poner nada más con el post con la intención de cerrar mañana la trilogía de la segunda parte de la Aventura en el país de los panochos, pese a que los pobres panochos no tienen culpa de que seas tú mismo más panocho que todos ellos juntos, aunque muchos de ellos sean panochos porque es su gentilicio. Los blogs es lo que tienen.

1 comentario:

Aganzo dijo...

Dosifica tus pensamientos en varios artículos! Este artículo no es nada comercial!
jajajaj