sábado, 28 de julio de 2007

Sin mí

Tengo 78 años. Y sé y noto que se acerca mi final. No recuerdo ni siquiera el nombre de mis nietos, ni cuántas veces me casé o si lo hice, cuánto pagué por el pan esta mañana o qué hora es. He aprovechado este momento de lucidez (quizá el último) para escribir sobre mí, sobre mi vida.

Recuerdo que cuando era joven trabajaba en un negocio familiar durante todos los veranos. En un ultramarinos de la época, dónde tenía que lidiar con las mujeres muy mayores, marujas desatendidas por sus familiares, que se veían obligadas a comprar solas. Con mis 20 años para mí eso era un caos, me amargaban con sus historias, sus olvidos, su necesidad de compañía. Me horrorizaba cuándo me hacían contar todos sus céntimos, cuando me obligaban a hacerle la cuenta a la vieja usanza. Juré por todos los dioses conocidos que no me gustaría llegar a esa edad, me arrancaría el alma antes. Ahora me he convertido en dependiente de los demás, con unos contados segundos de lucidez mental que he decidido aprovechar en esta ocasión. Ya no entiendo la búsqueda que emprendí para encontrar sentido a la vida, no sé si conseguí mis sueños, no entiendo mis prejuicios y no sé si fui feliz. En esta corta reflexión, sólo me doy cuenta de que toda la fruta, madura y estoy a punto de caerme para no ser recogido más en la huerta de la vejez.

Aquel prejuicio que tuve fue porque no quería seguir en el mundo sin mi conciencia ni mi lucidez, en definitiva, sin mí.

1 comentario:

Aganzo dijo...

El más escéptico de todos
es el Tiempo,
que con los noes hace síes
y con el odio amor
y al contrario.
Y si el río no retorna a su fuente,
y si la manzana caída no salta
y se reúne con su rama
es porque te falta paciencia para creerlo.


Paul Valéry.