lunes, 31 de julio de 2006

Silencios rotos


Este silencio se ha vuelto suicida. El halo que deja en los márgenes de mi boca, trae la frescura que acompaña a la verdad. Ha llegado la hora de las palabras. La hora en la que debemos alzar las espadas contra la dictadura de las bocas selladas, por el temor a defraudar al prójimo, o por dejar de ser de su agrado. Debemos de esforzarnos en luchar contra nosotros mismos, contra los miedos y complejos que escondemos en él ultimo cajón, para dejar de una vez de censurar nuestros propios sentimientos, para dar paso a la actriz secundaria tan desconocida como es la personalidad. Es la batalla contra la estupidez en la que debemos depositar todas nuestras fuerzas, esa estupidez en la que nos sumergimos cuando el corazón deja de bombear sangre al cerebro, para concentrarse en nuestros miembros más calientes. Sé tu mismo, sin máscaras venecianas. Basta ya de callarte cuando tu interior grita, basta ya de ser maduro cuando por dentro estas inundado de lágrimas, basta ya de esbozar una leve sonrisa para no parecer un payaso cuando por dentro las carcajadas te explotan en cadena. Llora, ríe, grita, exprésate, sorpréndete. "Los besos que perdí, por no saber decir... Te necesito", cantaba Sabina, y corrobora éste afectado. Abro la veda de las palabras y los sentimientos. Te reto cada noche a romper silencios.

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