Es la que recorre mi mente. Ideas secas por la falta de materia prima que saque jugo a los sentimientos. Recordando años de vacas gordas donde valía la pena pensar e ilusionarse. Esta mala época de falta de agua nos hace rogar a los más desconocidos Dioses, volviéndonos politeístas en todos los sentidos. Para más infortunio, las pocas gotas que caen lo hacen en momentos efímeros de imposible captura.
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