Es la eterna huidiza. Creo en su eternidad porque su búsqueda es constante, y la sombra de su belleza nos parece que siempre está delante de nosotros, o de otros, pero no creemos en su destrucción. Quizá porque simplemente no nos interesa soñar su muerte, pues tras ella se irían todas nuestras esperanzas. No se suele dejar atrapar, pero rozarla con nuestra mano es tan hermoso, tan gratificante, que aunque sólo fuera por lo que vivimos siendo inconscientemente pequeños, su recuerdo nos convierte en peones de su juego. Nadie la posee eternamente, puede que quien no la desee, pero no conozco a nadie en esa situación. Y es que ¿quién no quiere ser feliz?
martes, 24 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
el problema es que solo somos conscientes de la felicidad a todo pasado, y no mientras la disfrutamos, la mayoría de las veces...
Publicar un comentario