Pienso que las ideas son como la energía, que ni se crea ni se destruye; simplemente, se transforma. Así, llego a la conclusión de que la inspiración no existe por si misma, sino que necesitamos de otro pensamiento ajeno a nosotros para poder moldearlo y exponerlo tal y como nosotros lo concebimos. Por eso las ideas, simplemente, se retroalimentan las unas a las otras.
Pero yo me pregunto donde está la línea que separa las ideas propias de los ecos del pensamiento ajeno. Y si es mas digno corear los restos empobrecidos de la idea original, aunque aporten algún matiz, o mantener el silencio a la espera de algo más fresco que aporte nuevos argumentos a nuestra energía cerebral, de algo realmente original que nos haga reflexionar.
1 comentario:
A ver si dejamos de acusar a los demás por tu falta de creatividad y frustración y nos ponemos a escribir. O al menos a saber mantener la boca cerrada cuando no procede. Que los que abandonan el blog (desde hace meses) no tienen derecho a llegar con su prepotencia a la mesa exigiendo ser servido el primero.
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