Después de vivir en varios lugares y de haber recorrido las carreteras de media europa y parte de la otra media, me sigue sorprendiendo la discriminación por ser de fuera, aquí o allí, porque en todas las ciudades y en muchos pueblos hay polígonos industriales, donde siempre he encontrado lo mismo: tres o cuatro bares con sobres de azucar abiertos, colillas y servilletas de papel arrugadas en el suelo, y gente de diferentes colores y costumbres con problemas e ilusiones similares que lucha cada día por salir adelante y ser felices en la medida de lo posible. Porque al final todos los ombligos son redondos, solo que el nuestro nos parece mejor que el de los demás.
jueves, 8 de febrero de 2007
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