miércoles, 12 de julio de 2006

Lenguas enredadas



Perdonadme por el calor que hace en Madrid estos días. Juro que no encendí el Sol, ni quemé hogueras la noche de San Juan. La culpa es de mi corazón, que ha bombeado sangre a toda prisa, para expulsar así todo el calor que no gasté durante el invierno.

Perdonadme si hay sequía, y al abrir el grifo no sale ni una gota de agua. Juro que no abrí las compuertas de los pantanos, ni regué las flores mustias de jardines ya olvidados. La culpa la tiene mi boca sedienta de besos, que bebe sin parar de ti. La culpa la tienen tus labios carnosos que provocan a mi lengua, y la hacen enredarse.

Perdonadme si ya no corre el viento en vuestras azoteas. Juro que no rompí las aspas de los molinos, ni le tapé la boca a Eolo. La culpa es del velero que me invitó a surcar las playas de tu interior, pudiendo atrapar así los susurros perdidos que dejaste en el viento.

Perdonadme si os falta el amor, y estáis contando en el calendario los “meses vacíos” que han pasado. Juro que no robé meses a nadie, ni secuestré a Cupido. La culpa la tuvo el juego, que una vez me hubo derrotado, le pasó el testigo a una “Señora incierta”, que me hizo esclavo a ti.

Perdonadme por no haber escrito antes. Juro que no fue excusa el tiempo, ni tampoco la falta de inspiración al no encontrar la musa. La culpa fue de las palabras que se escondieron en mi alma para acometer una nueva aventura, del mutismo que aparece cuando solo actúan los besos.

Perdonadme si al mirar al cielo no veis estrellas. Juro que no conecté las luces de verbena, ni los farolillos rojos para deslumbrar a nadie, tampoco hice un pacto con la Luna para que se fuera de copas con los astros a cambio de mi alma. La culpa la tienen mis manos que chapotean con las estrellas, y juegan a lanzarlas a tu cuerpo desnudo en mi cama.

Perdonadme por estar como un niño en la edad del pavo, por ser soñador, por no tener cabeza y enrolarme después de tantas desdichas en otro amor. Pero sobre todo, quiero que me perdones TU por no haberte conocido antes, y por haber gastado en vano todas mis fuerzas buscando a alguien que me hiciese feliz. Juró no bajarme de éste tren, a pesar de haber conocido tantas vías muertas y trenes fantasmas. Nadie tiene la culpa de todo esto, pero yo por si acaso, pido perdón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te perdono por saber dar sentido al verano que me tenía esclavo. Ahora entiendo ciertas cosas que antes se me escapaban. Quizá es que ahora puedo pensar, ahora que corre la brisa del mar delante de mi ventana puedo pensar en el calor que pasé y sentir que si tenía su por qué, puedo perdonarlo.